Marilyn Loden, gerente en una empresa telefónica, fue invitada a un panel de directoras en la Exposición de la Mujer en Nueva York en 1978. El tema del panel era el autoconcepto de las mujeres y la dificultad de escalar laboralmente. Mencionó que no notamos esa barrera invisible que dificulta el que haya más oportunidades laborales para ellas. Ahí mencionó por primera vez el término “Techo de cristal” (Glass ceiling).
Cuarenta años después, el concepto conserva su validez y se ha convertido en un término de uso cotidiano para referirse a un problema complejo: la limitación velada para el ascenso laboral en mujeres o la simulación de condiciones equitativas. Se considera invisible porque no existen políticas o procedimientos que explícitamente establezcan límites, sino que forma parte de las prácticas cotidianas en muchas organizaciones.
De acuerdo con cifras del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), las organizaciones lideradas por mujeres han logrado aumentar la productividad hasta en un 25 por ciento. Sin embargo, sólo el cinco por ciento de las direcciones o presidencias en compañías mexicanas son ocupadas por una mujer, lo cuál ejemplifica perfectamente este fenómeno.